“Nos despertamos de golpe al mismo tiempo. Algo nos tumbó. El viento soplaba muy fuerte. Mi hermano dijo: “¿escuchas todos esos pájaros volando arriba nuestro?”. De pronto, me caí de nuevo. Afuera, los árboles se agitaban violentamente y me asusté mucho. Salimos de la caseta, pero entonces comenzaron los estruendos. La tierra empezó a moverse y el viento derribó nuestro refugio cubriéndonos de escombros. Entonces vi algo asombroso: los árboles estaban cayéndose, las ramas se prendían fuego, todo se volvió muy brillante, ¿cómo puedo decirlo?, como si hubiera un segundo sol”.
El testimonio corresponde a Chuchan, miembro del clan Shanyagir que poblaba parte de Siberia en 1908, cuando el 30 de Junio la región del río Tunguska explotó.
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