Durante más de un siglo, la ciencia sostuvo que la luz no puede enfocarse en nada que sea más chico que su longitud de onda. Para la luz visible este límite es de unos 600 nanómetros (mil millonésimas partes de un metro). Es lo que los físicos llaman el "límite de difracción".
Pero un científico argentino acaba de demostrar lo contrario: que si se hace pasar un láser por un fino disco en el que se grabaron en forma litográfica círculos concéntricos (como los de los anillos de los árboles) de dos materiales diferentes se puede enfocar el rayo en 50 nanómetros, un tamaño lo suficientemente pequeño como para divisar virus y nanopartículas.
Fuente: La Nación
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