Y si no, que se lo pregunten a la pobre hembra del escarabajo, que tiene que soportar coitos en los que el macho la penetra con un pene cuajado de espinas. Un remedio infalible, aunque sumamente doloroso, para evitar que la pareja escape.
Los científicos lo califican como un «caso extremo de maximización reproductiva», y no es para menos. A lo largo de los años, los escarabajos machos han desarrollado un aparato genital espinoso que les permite ‘acoplarse’ a la vagina de la hembra, y así aumentar las probabilidades de fertilizar sus huevos.
Fuente: El Mundo
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